martes, 13 de enero de 2009

Dos fragmentos de dos grandes hombres

Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que fuera lo bastante cuidadoso como para añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación sobre su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores.

Bertrand Russell.


Es en este texto donde el filósofo británico Bertrand Russell expresa gran parte de su posición frente a la creencia religiosa. Y es que tiene razón: desde una perspectiva racional no se puede explicar la presencia de una entidad autoconsciente creadora de todo. Simplemente no se puede. Porque son ellos, los creyentes, quienes tienen que dar la explicación, no los que dudamos. La carga de la prueba recae en el que afirma: es quien dice que algo existe quien tiene que demostrarlo. En el ejemplo de Russell: es él quien tiene que demostrar la existencia de su tetera giratoria.

Pero la tetera de Russell se diferencia del cristianismo, el Islam o el judaísmo en que:

La razón por la que la religión organizada merece hostilidad abierta es que, a diferencia de la creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se la inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños como para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de formación memorizando libros locos sobre teteras. Las escuelas subsidiadas por el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una sola. La gente que echa primero la leche no da palos en las rodillas a los que echan primero el té

Richard Dawkins.

Y ya está todo dicho, ¿no?

6 comentarios:

Estigia dijo...

Oh, absolutamente de acuerdo con este hombre. Lástima que existan pruebas que pueden determinar que un papel bañado en té es del año 2009 y no del año catapúm. Estaría bien inventarse evangelios de gente que no existe*__*

Anónimo dijo...

Anda, pues pensandolo bien, Estigia, no estaría mal crear el propio libro sagrado, o podríamos coger uno antiguo y deificarlo, creo que el "Tratado sobre las gracias y desgracias del ojo del culo" estaría bien

Vidadebohemia dijo...

Míralo de este modo: tendremos millares de pruebas sagradas, cada vez que se derrame un poco de te en algún lado o se rompa una tetera.

Anónimo dijo...

Hombre, en la antigüedad se creía que todo era acto del demonio o de dios, de hecho las mujeres eran brujas por sangrar sin herirse y otras sandeces más

Alquimista Rojo dijo...

No me convence del todo, aunque sí como metáfora, aquello de que no es explicable racionalmente la idea de Dios.


De hecho, creo que el Alma Cósmica de Platón, (y su posterior cristianización por los patrísticos) son un buen ejemplo de ello, ¿no?

P.D.: con todo lo demás estoy muy de acuerdo, creo.

Anónimo dijo...

Como libro sagrado propongo "Del asesinato considerado como una de las bellas artes", de Thomas de Quincey.

Lo que nos íbamos a reir...