lunes, 13 de abril de 2009

Es mi guerra

¿Sabes? Mírala, podría parecerte indefensa, acorralada, tal vez buscando un gesto de ayuda. En realidad es una trampa mortal. Aquel que se acerque a ella por curiosidad o misericordia tan solo encontrará de vuelta mordiscos y arañazos. Y sin embargo, los infelices se matan por recibir esas muestras de desprecio. Ella los aprisiona, los estrangula, rodea sus cuerpos anhelantes de no se sabe qué hasta que apenas pueden respirar.Ellos creen que es... ¿un regalo? De los dioses, el cielo. Bah, infelices, es un presente del infierno. Disfruta haciéndoles éso. Mírale, ahí va otro: se acerca, pregunta. Ella sonríe. Hipócrita. Sé lo que pasará a continuación. Oh sí, lo sé muy bien. Puedo ya oír los gritos de angustia, de dolor, de ansiedad, de extenuidad. Los aullidos que indican la muerte de la voluntad del desdichado.Ella está sonriendo ahora, mírala, se retira los cabellos del rostro, ese rostro tan hermoso. Juguetea con su sortija. Desvía la mirada. Animal salvaje convertido en niña indecisa. Protégeme, parece decir. Y él, con su imbécil naturaleza, le hará caso. Estúpido, estúpidos.
Me pregunto si siempre ha sido así. Quiero decir... ¿siempre ha sentido el hombre esa fascinación tan terrible por el dolor? Ella no es una diosa, no, desecha esa idea: es un monstruo. Un monstruo de caderas bonitas y sonrisa complaciente, que pestañea cuando tiene que hacerlo y sonroja sus mejillas en el momento adecuado. En el fondo, ella es una egoísta. Tan solo busca su propio beneficio personal. A veces he llegado a pensar que se alimenta de ellos, uno y detrás otro, y otro, y así hasta el infinito. Que millones de ellos no son suficientes. Los muy estúpidos, los muy idiotas. Si pensaran un poquito más llegarían a darse cuenta de la verdad. Pero no, la sangre se les va a otras partes de su fisionomía y se quedan incapacitados para tomar decisión alguna.
Luego reirán, intentarán reparar la vergüenza diciendo que fue muy fácil, que ella se rindió enseguida, que consiguieron justo lo que querían. Mentira, no puede ser más mentira. Si con tan solo oler su perfume se ciegan, dejan de observar. Huele a... a selva húmeda y a flores abriéndose, a miel derramada, a esencia de todo lo prohibido. Nada que ellos puedan aspirar a poseer nunca. Nunca jamás. Es al revés, es ella quien los posee. Pobres desdichados. El monstruo se crece, se crece. Se alumenta de sus frutos, frutos maduros. Y crece, crece vitalmente. Se desenvuelve en formas sinuosas y movimientos agradables. Demasiado agradables. Trampa mortal para incautos.

Pero mírala, qué hermosa...

5 comentarios:

Coito ergo sum dijo...

¿La niña por algún casual se llama Ungoliath?

Vimes dijo...

...friki.

Un beso desde tierras sevillanas, co-blogger.

Vidadebohemia dijo...

Es todometáfora, Coito, tu mismo nombre debería aclarártelo :P

Coito ergo sum dijo...

No, si lo había pillado, la cosa es que me recordaba al personaje antes nombrado por eso de las ganas de más y más como un hambre que nunca se apaga.

Vidadebohemia dijo...

=)